El árbol se clava... se clava con sus raíces muy dentro de la tierra.
El agua con su cauce y su fuerza moldea la arena, la tierra, las plantas, nos baña con su lluvia, purifica nuestras frutas…
Qué me dicen del fuego? Sin un poco que oxígeno, con todo su calor y congestión, que sería? Pero allí está, pegado del suelo, estático y al mismo tiempo etéreo, amando la tierra y amando el viento.
¿Pero yo? ¿Sabes quién soy?
Soy viento, soy aire, soy aroma, soy fragancia... a veces soy torbellino, y de vez en cuando un tornado agresivo…
Seré de aquí, amada tierra? Seré de aquí?
Dime hermosa tierra, madre, dadora de toda vida, dadivosa, fértil, quién soy? Mensajero?
Acaso las palabras no están en este mundo? Acaso no podemos hablar igualmente? Porqué me sacas de tu atmósfera? Es que acaso no puedo volar aquí, anclada a ti, amándote a ti, haciéndote el amor a ti?
Vamos, déjame hacer con la arena hermosos huracanes, déjame hacer con el agua… vendavales! Déjame hacer con el fuego increíbles combustiones.
Déjame madre tierra, déjame pintarte de colores, déjame perfumarte con mis vientos fríos, cálidos y refrescantes… Déjame soplarte en las noches, y acurrucarte en las mañanas, quiero silbarte y cantarte, llenarte de oxígeno y de viento saludable.
Te amo y a ti me ancló, déjame, dame fuerza, que aquí permaneceré con mi vitalidad y mi calma, con mi efusividad y mi espontaneidad. Déjame sacarte más aire, más hálito, más suspiros, déjeme llenarte de viento mientras te amo.
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