En la ciudad de Vila Velha, en el estado del Espíritu Santo, Brasil; existe un pequeño bar ubicado al lado del Faro de Santa Luzia, entre la arena y el mar, las palmeras y la luna. Jhon, el mesero, es un hombre joven y vigoroso, de piel morena y cabello lizo, viste de blanco, para halagar la noche... Su sudor se mueve al calor de las copas y los bailes sensuales… aquella su vida, la vida nocturna que tanto ama. Alika, su mujer, ‘la más bella’ es una negra exuberante que procede de las Antillas holandesas. Tiene la piel azabache muy oscura, y adorna su exótica mirada con el largor de sus cabellos densos y negros… sus caderas que son como dos tambores, sin duda, son la sensación del bar, al que van de paso los extranjeros, los adictos al placer, los enamorados de la noche, los insaciables de las madrugadas color rojo, la samba, la bossa-nova y la caipirinha helada.
Aquella, era una noche exuberante en belleza y placeres. Alika bailaba, como era de costumbre para los visitantes de la arena. Al son de la Lambada, la negra movía sus caderas que resonaban con las pulseras que cubrían sus pies descalzos y la falda de boleros dorados que desnudaba la belleza de sus piernas fuertes y abundantes. Jhon, experto en el servicio, recibía calurosamente a sus clientes, que uno a uno ocupaban el lugar hasta que se abarrotaba de visitantes entre el baile, el licor y los excesos. El mesero, que era bien experimentado en las artes de las bebidas; sirvió aquella noche, entre otros tragos, tres botellas de tequila el Cabrito reposado para dos extranjeros de la arena en la mesa que lindaba con la tarima de su negra.
Los visitantes, que miraban con morbo el baile la exuberante mujer, pasaron desapercibidos a la vista de Jhon, quien servía amablemente los tragos. Inconsciente, a solo unos segundos de llegar a la mesa de los clientes, se resbalan las tres botellas de tequila, cayendo con fuerza a los pies de los visitantes que observan cómo se quebraban en pedazos los costosos vidrios del apetecido trago. El visitante de barba, observa enojado mientras se retira con Jhon… y tomando del cuello al miserable mesero, forcejea con la navaja oxidada mientras lo encierra en el baño de hombres. Apunta con su revólver 44 Magnum, le mira con desprecio y le ordena que se arrodille y pida perdón... Jhon, que era un hombre de principios, recuerda su pequeña niña de 3 años, piensa en su mujer… mientras suplica con nobleza y a gritos de su alma que perdone su vida por la detestable ofensa.
Completada la humillación, escapa el mesero, sudando y jadeando del baño, con las lágrimas sollozantes por su vida que pudo haberse esfumado en solo unos segundos. Mientras termina de sonar la bellísima Lambada, busca su negra que no estaba en la tarima, ni en el corredor, ni en la barra de bebidas… El hombre humillado, encuentra su negra en el piso, con la ropa desgarrada, mientras el extranjero corre al auto, junto a su cómplice de la barba entrapada. Alika fallecía en el piso, mientras se desangraba con un disparo en las entrañas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario