martes, 28 de junio de 2011

UN TRAGO EN VILA VELHA

En la ciudad de Vila Velha, en el estado del Espíritu Santo, Brasil; existe un pequeño bar ubicado al lado del Faro de Santa Luzia, entre la arena y el mar, las palmeras y la luna. Jhon, el mesero, es un hombre joven y vigoroso, de piel morena y cabello lizo, viste de blanco, para halagar la noche... Su sudor se mueve al calor de las copas y los bailes sensuales… aquella su vida, la vida nocturna que tanto ama. Alika, su mujer, ‘la más bella’ es una negra exuberante que procede de las Antillas holandesas. Tiene la piel azabache muy oscura, y adorna su exótica mirada con el largor de sus cabellos densos y negros… sus caderas que son como dos tambores, sin duda, son la sensación del bar, al que van de paso los extranjeros, los adictos al placer, los enamorados de la noche, los insaciables de las madrugadas color rojo, la samba, la bossa-nova y la caipirinha helada.

Aquella, era una noche exuberante en belleza y placeres. Alika bailaba, como era de costumbre para los visitantes de la arena. Al son de la Lambada, la negra movía sus caderas que resonaban con las pulseras que cubrían sus pies descalzos y la falda de boleros dorados que desnudaba la belleza de sus piernas fuertes y abundantes. Jhon, experto en el servicio, recibía calurosamente a sus clientes, que uno a uno ocupaban el lugar hasta que se abarrotaba de visitantes entre el baile, el licor y los excesos. El mesero, que era bien experimentado en las artes de las bebidas; sirvió aquella noche, entre otros tragos,  tres botellas de tequila el Cabrito reposado para dos extranjeros de la arena en la mesa que lindaba con la tarima de su negra.

Los visitantes, que miraban con morbo el baile la exuberante mujer, pasaron desapercibidos a la vista de Jhon, quien servía amablemente los tragos. Inconsciente, a solo unos segundos de llegar a la mesa de los clientes, se resbalan las tres botellas de tequila, cayendo con fuerza a los pies de los visitantes que observan cómo se quebraban en pedazos los costosos vidrios del apetecido trago. El visitante de barba, observa enojado mientras se retira con Jhon… y tomando del cuello al miserable mesero, forcejea con la navaja oxidada mientras lo encierra en el baño de hombres. Apunta con su revólver 44 Magnum, le mira con desprecio y le ordena que se arrodille y pida perdón... Jhon, que era un hombre de principios, recuerda su pequeña niña de 3 años, piensa en su mujer… mientras suplica con nobleza y a gritos de su alma que perdone su vida por la detestable ofensa.

Completada la humillación, escapa el mesero, sudando y jadeando del baño, con las lágrimas sollozantes por su vida que pudo haberse esfumado en solo unos segundos. Mientras termina de sonar la bellísima Lambada, busca su negra que no estaba en la tarima, ni en el corredor, ni en la barra de bebidas… El hombre humillado, encuentra su negra en el piso, con la ropa desgarrada, mientras el extranjero corre al auto, junto a su cómplice de la barba entrapada. Alika fallecía en el piso, mientras se desangraba con un disparo en las entrañas…

jueves, 23 de junio de 2011

CARTA

Para: El destinatario enmascarado.
Asunto: For Me This Is Heaven.

Esa mañana pensaba,

¿Qué es el cielo para mí?

A veces me acercas al cielo, con tu mano lumínica me subes hasta el éxtasis. Y lo he alcanzado, te juro que lo he alcanzado. He volado sin alas, he soñado sin cerrar los ojos, he sentido tus caricias sin que toques mi cuerpo. Este es el cielo que se traslada aquí a mi lado, y me mira, te juro que me mira. Yo… al rato, me entrecruzo con tu mirada vaga, triste y solitaria… ella me observa desde tu escritorio y se choca con mi cuerpo en la misma postura…

No es el final, en el cielo, no existe el final… Un día te lo dije… el amor eterno, la juventud eterna, la belleza eterna… Eso es lo que somos, y allí hemos de volver, te lo juro que volveremos, si me das tiempo… te lo pido, dame tiempo… necesito que mis alas rosadas se expandan, y mi cuerpo se vuelva de porcelana. Así te podré llevar abrazado en mis piernas, allí podrás descansar, estoy segura que allí lo harás… Te lo pido… solo dame unos segundos, unos minutos… Ya hice la apuesta, y no la pienso regresar...

Déjame desearte como siempre lo hago, y no guardes silencio con la boca entrecortada… déjame ser tu amante de las letras, no pido más nada, ni siquiera tu cuerpo que tanto me enloquece, ni siquiera esa, tu adictiva compañía que tanto me agrada en las madrugadas… Solo ríndete, pues yo lo he hecho…

martes, 21 de junio de 2011

à Paris...

Esa tarde llegué a Paris,
Con las gafas de sol y el vestido de flores.
Hacía mucho calor, el verano además de ser sofocante,
Encendía las más ardorosas pasiones…
Allí me esperabas en la terraza del viejo restaurante ‘Du Pont’,
donde siempre quedábamos de encontrarnos,
en la tradicional calle de la Rue de la Rose.
Yo, caminaba con mis tacones de caza,
mientras mirabas como me acercaba a ti,
y tomabas a sorbos ese amargo café que tanto detestaba,
pero bueno, así te gustaba… y a mí me gustaba…
Como era costumbre… callábamos un rato, como tontos,
mientras pensábamos en el tema de conversación más apropiado…
Yo sentía que me mirabas el pecho y las piernas que sudaban con la caminada,
y cuando encontraba tu mirada, la esquivabas como siempre,
y decías que te encantaba el cielo de Paris…
Esa tarde, antes que hablara del cielo y lo hermoso que se escondía el sol en las nubes,
le agrarré desprevenido, y le dije lo mucho que me gustaba esa barba que subía desde la nuca hasta sus mejillas…
Ellas, abrazaban su rostro y me hacían cosquillas cuando me acariciaba…
Pero esa tarde era especial, algo mágica…
el cielo realmente era azul,
y el solsticio de verano nos abrazaba calurosamente,
en la penumbra, casi de la noche, decidí terminar el jugueteo…
Las consecuencias eran graves, pero ya no soportaba un momento más sin dormir,
teniendo que ir a la cama a encontrarme con su cuerpo acariciándome,
tratando de conciliar el sueño…
Lo embriagué como nunca, le di a beber el vino tinto de mis labios,
lo esposé a mi cuerpo, lo retuve... no podría escapar…
Le amé en la oscuridad, y le mostré mi verdadero rostro…
Él… después de tragar, un poco embotado…
Me miró con cara de pánico, y salió huyendo…
Yo sonreía, y miraba como corría,
Sabía que regresaría en la madrugada…

jueves, 9 de junio de 2011

POEMA EN LA ESPALDA

Esa noche escribiste un poema en mi espalda… Lo leí en un espejo, mientras la tinta negra se adhería a piel, y sentía que se resecaba como el fuego, en medio de la penumbra.

Esa madrugada llegase a mi cama, y con tu lengua quitaste una a una las letras del poema, mientras lo borrabas, con los labios y la saliva.

No recuerdo sus formas, ni recuerdo su rostro, solo pienso en aquella madrugada en que desapareciste y supliqué, con vehemencia, que regresaras, y escribieras ese poema que tanto amaba.

Como sentiste que lo había olvidado, tomaste una fina y delgada cuchilla, y en medio del ensueño y la pasión, lo tallaste nuevamente en mi espalda, mientras dormía y sollozaba con tus manos en mi cuerpo.

Una nueva madrugada, el poema está listo, y tu cuerpo como siempre, ha partido en la penumbra, antes que un rayo de luz, clave mis ojos y descubran, esa tu obra que siempre llega con tu partida…