jueves, 19 de mayo de 2011

LA BRUJA NEGRA

La Bruja Negra castiga su amado.
La Bruja Negra conduce a su hombre y magnánimo amante al oscuro bosque nocturno, a la media noche, cuando los cuervos se acercan y la luna opaca el cielo tempestuoso. En el macabro paisaje; la Bruja Negra seduce a su hombre... viste púrpura, y ajusta a sus piernas ligueros de encaje y botas de cuero puntiagudas. Su cabello se desborda flagrante con su brillo seductor. La cabellera le cubre sus pechos, mientras le forra las caderas. Sus ojos alumbran como las estrellas, y su mirada se trasforma en la de un lobo hambriento.
La Bruja, sulfurada, lo toma de las manos y le entierra las uñas afiladas muy dentro del costado derecho. Lo empuja hasta la planicie, le desgarra las vestiduras y lo arrodilla en medio de la nada.
-          Hoy tendrás tu castigo… –Repone la Bruja Negra mientras mira con satisfacción casi heroica–.
El hombre observa con sigilosa mirada a la espera de su apasionada recompensa, por ser tan buen amante, tan caluroso… tan digno… merecedor de una seducción inmensa. Con un gesto de odio, la Bruja Negra lanza un conjuro, dirige sus menos a la tierra, que empieza a emanar fuego...
-          Quiero verte sufrir… –Repone, mientras acaricia sus los cabellos–
El amante infiel se estremece asustado mientras el fuego le quema, y el calor le calcina los huesos. Su cuerpo erosiona con sudor y sangre. Solo se escuchan sus gritos, sus tristes y lamentables alaridos... pero el bosque está enterrado lejos de los dioses del Olimpo, y la casta mano de Palas Atenea no puede desabrochar la quimera. El perverso hombre se retuerce mientras suplica con sincera compasión que detenga aquel sufrimiento.
Pero la Bruja Negra solo sonríe mientras el hombre perturbado gime y se lamenta. Ella, empieza con su segundo padecimiento y elevando una enorme nube negra, hace caer ácido y veneno descompuesto sobre su cabeza, así, desde el cielo le quema, le calcina el cerebro, mientras observa como le enerva.
Ni siquiera a lo lejos, en el bosque, se escucha el crujir de su piel, gritos de dolor insaciable y un desaforado martirio. La apasionada tortura de la Bruja Negra no sería evitada por ningún blanco ángel ni cruel demonio.
-          No más por favor, por el amor que te he tenido, que he hecho para merecer tal duelo? –Responde mendigante el lamentable hombre–.
Antes de responder, la Bruja Negra, con sus pulmones, envía al rostro de lo que queda de hombre, en el último halo de fuerzas y de vida dirigiendo una densa neblina grisácea. Su aire pesado y sutilmente sanguinario, tortura al hombre, quien respira mientras le carboniza el alma. La Bruja Negra, extasiada, le mira con cariño y tremendamente satisfecha de llevar a cabo su cruel cometido, detiene las torturas, y pronuncia:
-          Mañana, a la media noche, repetiré mi sentencia, hasta que hagas conciencia, de tu impúdica esencia.

1 comentario:

Vao dijo...

Uy pero que agresividad... ¿quien te trató mal? jaja