Mi despedida es tu despedida.
Sin dolor, con la mente clara, ideas concretas, despejadas.
Mi despedida es esta canción.
El sol salió antes de que la tempestad terminara.
Mi despedida no conoce sentimientos.
Pues los sentimientos son como los espejos, y se reconocen unos a otros. Cuando no hay se es parco, sin vida, sin don de existencia por sí.
Mi despedida no se arrodilla.
Me siento como el águila que acaba de romper sus uñas y su pico.
Mi despedida ya no es dolorosa.
Ya no se trata del dolor de amar; sino la alegría de olvidar sin sentir nada.
Mi despedida, no tiene lágrimas.
No necesito tu cuerpo, ni tus manos, ni tu alma. Ya no hay deseo, ni gusto, ni voluntad.
Mi despedida no tiene amor.
Si tuviese amor, no me sentiría tan fuerte, me sentiría débil y destruida.
Mi despedida volverá a tocar tu puerta.
Tus palabras son tu humillación, tu destino es el dolor, el sin sentido es tu predestinación.
¿Sabes cómo me siento?
No me interesa lo que pienses. Le di suprimir al botón de tu rostro. Al botón de tu ‘amor’. Al botón de cualquier recuerdo, que haya existido.
Pero algo de lo que no quiero despedirme, y le daré la bienvenida siempre que recuerde tu nombre: Aprender que antes de ser libre, antes de disfrutar la vida, y antes de ser feliz… Aprendí el poderosísimo valor de la Crueldad…
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