La primera vez que te vi, llegaste como
por arte de magia.
Abajado del cielo,
usando ese cabello largo y barba
escarpada…
En la calma y el cielo vacío, te acercaste
con tus sandalias
sigilosas… No pude
más que escucharte y darme cuenta
cómo me perdía en tus
pupilas…
Pronto, el cielo empezó a llenarse de
estrellas y a bajar
entre nosotros… Subí
a una nube, mientras permanecías
inclemente ante la parsimonia…
Cómo resistirme al dulce de tus labios
que apenas balbuceaban
sin desgano ni
prisa, y cómo ocultar mis latidos que se
hacían estrafalarios…
No sabría cómo describir el cielo si no es
mirando a tus
ojos nuevamente… Tal
vez el cielo es una hermosa casualidad…
O un hermoso
extraño que toca tu alma…
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