Quédate conmigo aunque sea un instante,
Esta batalla la perdí desde antes que tu nacieras.
Las coordenadas desperdigaron nuestros nombres,
Y las constelaciones susurraron otros tiempos…
Entonces déjame rasguñarte,
Permíteme hacerme una herida en el alma,
Veré como todo, y todo retorna,
Incluso la llovizna que dibujó nuestra estación veraniega.
Soñaré mientras a la distancia despiertas,
Haré de este improperio un cuento de hadas,
Y llevaré tu hombre marcado en mi brazo,
Como huella indeleble de nuestro sublime y maldito amor.
Honraré cada segundo tu alma,
Y llevaré flores a nuestro funeral,
Llenaré de versos y canciones nuestros poemas,
Y plagaré de dibujos nuestra historia de amor.
Le pondré apellido a nuestros ficticios nietos,
Y crearé un obituario donde depositar las cenizas,
O querré decir el fuego,
De nuestra sacrílega pasión…
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