La sonrisa del niño es hermosa,
Y los ojos de perro azul, también.
El rostro de la anciana desconsolada,
y las caricias tiernas del recién nacido.
El heladero ofrece deliciosos helados,
de sabores y colores increíbles,
el me mira de reojo mientras me invita a tomar uno,
pero yo solo río y sigo caminando.
A la vuelta de la cuadra se acerca un hombre elegante,
frunce el ceño mientras habla por celular,
el anillo de oro brilla en su mano,
mientras la joven de al lado observa con curiosidad.
Ellos caminan, y se encuentran,
Sus miradas se aproximan,
mientras se desenvuelve la escena
pues al otro lado de la calle está la señora de las frutas,
su mirada es jugosa y tropical,
kiwis, fresas, maracuyá, piña, cuál será?
Pero hay una mirada que no comprendo,
la veo al fondo de la avenida principal,
la mujer de cabellos rubios y caderas anchas,
tiene ojos color miel… me envuelven y me roban a cada parpadeo,
pareciera que me llevaran al cielo.
Me estremezco, confío, creo en lo que veo,
una madre, una amiga, una hermana,
la mujer por quien suspiro, la admiro, es única, es Ella…
La mujer de mirada apacible se voltea,
y con una mueca mortífera,
vende mi alma al peor postor.
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