Se consumieron sus cuerpos como se consumían muchas otras cosas... Tal vez era la fatídica voluntad que se acababa cuando la respiración recobraba el color pálido de la piel. Se hacía inútil tratar de comprender que la llama era efímera! Que la vida tan sólo consistía en esos picos de subida y bajada, donde el reto era permanecer a flote en el medio... El equilibrio. Pero cómo acostumbrarse? Si las caricias son tan embriagantes, alucinantes? Cómo no caer en la discordia de lo desconocido y optar por la profundidad de la penumbra? En ese carrusel te conduces, por una magia que es misteriosa y a veces divina, y te transporta como si una hoja fueras... Te lleva a la saciedad y luego te deja tirado en la acera como un mendigo... ¿Cómo entonces proceder? O vida maquiavélica, divina... Perversa? Cómo podría yo condenarte?
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