Quien lo creería, que así se ganaría la vida: Sublimando su
alma. Prostituyendo sus sentimientos, cobrando sus
contradicciones, dolores y heridas. Exponiéndolos en el Ágora a la vista de
todos. Ella era un libro abierto que encontraba siempre en su camino lectores
que hablaban otros idiomas. Por eso era difícil comprenderle, pero qué hacia? Había
sido escrita en ese lenguaje. Era un libro tan pesado… tan engorroso… De esos
que nunca hacían parte de los hurtos de las bibliotecas, tenía muchas páginas,
y su pasta era muy dura. En la portada tenía gráficos con arabescos… no se
hacía nada llamativa para los lectores desprevenidos, por eso difícilmente llamaba
su atención. Este era un libro curioso, era un libro con esencia femenina… así,
de esos con páginas rosa y letra cursiva. Podía llegar a ser un verdadero
deleite. Pero… tenía un serio problema… No sólo lo confuso de su idioma y lo
extraño de sus historias… Era un libro interminable… Una historia que no tenía
fin… Me preguntarás, ¿cuál es entonces la gracia del asunto? Aún no lo sé, la
respuesta sólo la tiene los ojos del lector…
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