lunes, 17 de octubre de 2011

Elixir de eternidad

Esa tarde caían las hojas como el más sutil de los otoños,
el viento era frío y fuerte,
pero el sol irradiaba con arrasadora fuerza,
irradiaba con la fuerza del octubre que les acariciaba…

- Has amado a alguien, has amado?
- He amado…
- Si!! Has amado a alguien, pregunto, has amado?
- ¿Qué es amar?
- Amar es elixir… es eternidad.

No comprendía lo que decían sus palabras,
no sabía que era el amar,
si acaso lo había leído en la historia de encuentro secreto,
pero nunca me había detenido a pensar qué era el amor.

Y si el amar solo era entre dos,
o entre tres o entre varios?
¿Por qué el amar suponía la existencia de otro?
Yo seguía siendo mortal,
y seguía sin saber que era el amar…

- Vamos a dar un paseo.
- ¿A dónde?
- A la eternidad…
- ¿Cómo es eso?
- Caminamos, y somos nada, somos inmortalidad…
- La inmortalidad es para los dioses, solo somos simples carnes con un alma encarcelada.
- No, somos pequeños microcosmos, suelta el miedo, déjalo ya…

No entendía lo que me decía,
Alejandro era un hombre fuerte,
y había conquistado naciones a sus escasos 23 años…

Nadie se habría imaginado que 10 años después fallecería en aquella cama,
Tiritando, helado y empapado de sudor.

Lloré su muerte al igual que la de Patroclo,
pero siempre quedó en mi recuerdo,
aquellas dulces palabras,
“solo amando se llega a la inmortalidad”…

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