..Y aquel día continuó mi batalla,
Mi deseo era romper su mirada obsesiva,
Alejar su presencia que me asfixiaba,
Y hacerle comprender que no era mi objeto su vida.
Decidí quebrar sus miradas,
Bendecirle y encomendarle a los ángeles su existencia,
Como lo hacía yo con la mía…
Quería que se ocupara de sí,
Como lo hacía yo conmigo,
Pues ahora besaba otros labios,
Y respiraba otros vientos…
El hombre de cabello rojo miraba asustado,
Pero yo le acariciaba,
pues era la evidencia del pasado roto.
Pensaba una y otra vez en ese rompimiento,
En quebrar y cercenar,
Y detener su poder macabro que ya no funcionaba conmigo…